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Constitución de mi existencia

  • la escribidora
  • 6 oct 2020
  • 1 Min. de lectura

Actualizado: 10 oct 2020



Galatea de las esferas — Salvador Dalí, 1952



Cercenando a mi contraparte me levanto,

Sacudo la testa para alejar mi desencanto.

La realidad está a mi lado

Pero sé que lo que advierto no existe.

Se fuga de mi mano cuando intento alcanzarla,

Atrás la bebida que me dio realidad,

Adelante ella con una botella.

De nuevo me rompo en dos

Y estalla el primer chillido,

Ahora la testa contra el muro

Me anestesia con euforia.

Empieza a brotar la verborrea

Y tomo su mano.

Le cuento sobre mi majestuosidad

Con acelerado júbilo,

ella toma mi mano con entusiasmo

Y me recupera.

Parece un gozo inacabable,

Pero sé que lo que advierto no existe.


Y acude la bilis negra

Con un ajetreo intenso que me arrebata.

Su suave caricia me rasguña el ánimo,

Me empuja al suelo

Con acelerado júbilo.

Y ella toma mi cuerpo con emoción.

Las arterias se brotan.

Los ojos se ausentan y

Acorralada en el piso me desato

Como siempre, sucumbo.


Y me destruyo con un cigarro,

el humo que aspiro

prolonga la agonía.

Ahora en un suelo árido

en el cual me incorporo

ella empuja mi mano,

con acelerado jubilo,

Pero sé que lo que advierto, no existe.

 
 
 

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