El cuerpo y su relación con el pecado
- la escribidora
- 7 ago 2020
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 25 ago 2020

Pintura 'Las tres gracias', de Rubens (1630-1635)
Concebido desde la religión, el cuerpo humano es el templo del alma, la esencia del hombre.
Este, desde esta concepción teológica, ha buscado trascender a través de lo físico. Las creencias de una vida utópica más allá de la muerte lo han llenado de nuevas esperanzas. Esta ilusión lo ha llevado a sentirse superior a las demás especies de la naturaleza, dejando de lado su papel de animal y pasando a ser un semidiós, que dependiendo de su comportamiento en el plano terrenal puede llegar a ser merecedor de una vida eterna en el paraíso. Sin embargo, esta visión bastante reduccionista sigue siendo motivo de múltiples discusiones.
Para estas doctrinas, el hombre creado a imagen y semejanza de Dios, está destinado a la búsqueda de la perfección. Por lo tanto, debe honrar su cuerpo y no profanarlo con conductas que se creen indebidas. Lo anterior, relacionado directamente con la sexualidad. En la fe cristiana, por ejemplo, según San Agustín, el deseo sexual llevó a Adán a aceptar la propuesta de Eva de probar el fruto prohibido. Por lo tanto, se relaciona el apetito sexual con el origen del pecado. Por ende, la sexualidad y las pasiones del cuerpo han llevado a los creyentes a abstenerse de sus impulsos carnales. Lo anterior, ha conseguido que la religión tenga gran influencia sobre la visión del cuerpo humano en sus creyentes.
A causa de esto, las religiones han creado lo que parecen ser “manuales de comportamiento”. Este es el caso de Teología del cuerpo, catequesis del Papa Juan Pablo II, que determina a quienes quieran lograr la vocación cristiana, lo hagan a través del matrimonio y de su conducta. Puesto que este, es el único camino a la salvación. Afirma el papa que: La reducción de “lo humano” ha hecho que el amor se halle más amenazado que nunca por un erotismo devastador”. Conviene subrayar, que estas ideas cristianas, provienen especialmente de la Biblia, libro canónico que se considera de inspiración divina, y que narra la relación de Dios con el mundo.
En la biblia, los relatos de más influencia son los relacionados con la vida de Jesús, figura principal del cristianismo, y que, según los relatos, dedicó su vida a la evangelización, presuntamente haciendo votos de celibato. Así se ve reflejado en la biblia las palabras de Jesús: “Algunos eunucos ya nacieron así. A otros los hicieron eunucos los hombres. Pero hay otros que se han hecho eunucos ellos mismos por el Reino de los cielos. Quien pueda cumplir con esto, que lo haga” (Mateo 19:12).
En otras palabras, para ser merecedores del anhelado reino eterno, donde no hay ninguna pena para el hombre, este tendrá que dejar de lado los placeres del cuerpo. Ya que estos lo desvían de la fe y no le permiten ver lo importante de la esencia humana que es lo espiritual. De tal forma, así como Dios encarnó a su hijo para que a través de su sacrificio humano se pagaran las deudas del pecado desde la creación, de igual forma, el hombre a través del cuerpo vive el sacrificio de luchar con sus pasiones y tentaciones para ser un buen cristiano.
Todas estas conductas, en la actualidad son aceptadas con naturalidad por los devotos. Puesto que, son el medio para encaminar su vida. Entonces se convierten en un hábito religioso que los libera de las ataduras y sufrimientos que el mundo material y mundano les representa. Esta percepción del cuerpo a alejado al hombre de su humanidad, de su naturaleza, de su carácter mortal. Puesto que todas estas creencias están determinadas por ese cuerpo que en parte desprecia la religión. Al hacer una reflexión sobre el cuerpo, el filósofo Foucault menciona:
“No, verdaderamente, no hay necesidad de magia ni de encantamiento, no hay necesidad ni de un alma ni de una muerte para que yo sea a la vez opaco y transparente, visible e invisible, vida y cosa; para que yo sea una utopía, basta que sea un cuerpo”.
Lo dicho anteriormente por Foucault, da muestra que el ser humano se ha preocupado tanto por su trascendencia a otro plano que se olvida que su existencia está simplemente determinada por el ahora. El cuerpo entonces, es el único medio con el que cuenta el hombre para realizarse y que por estas creencias religiosas está dejando de lado. Por ende, el creyente sacrifica su vida a cambio de un tiquete imaginario a un mundo sin penumbras, sin problemas, sin necesidades. Pero, que son en el fondo estas penurias las que a través de la experiencia construyen su ser. Para Foucault, estas utopías han logrado que el hombre pierda esa capacidad de construirse a través de las vivencias y la ha remplazado por las creencias y relatos de la vida de sus ídolos:
Y así es como mi cuerpo, en virtud de todas esas utopías, ha desaparecido. Desapareció como la flama de una vela a la que se le sopla. El alma, las tumbas, los genios y las hadas han echado mano sobre él, lo han hecho desaparecer en un parpadeo, han soplado sobre su pesantez, su fealdad, y me lo han restituido deslumbrante y eterno.
Con esto se puede determinar que todas las creencias religiosas, han configurado el cuerpo como una masa despreciable que nos puede hacer caer en tentación y alejarnos de los mandatos divinos dados por Dios para ser dignos de su doctrina. Sin embargo, sostiene Foucault que estas utopías nacieron del cuerpo mismo y se voltearon después contra él. Esto, debido a la necesidad del hombre de darle un sentido de vida a su existencia, que finalmente lo ha llevado a alejarse de su propia condición. Sin embargo, es muy probable que aquella la utopía más difícil de desarraigar para los hombres sea precisamente la utopía de un cuerpo incorporal, Foucault (xxx).
Es por lo anterior, que el cuerpo presente ha sido dominado por la idealización del cuerpo incorporal. Lo que ha llevado a normalizar conductas como la sexualidad contenida. Sin embargo, a pesar de todo el pánico creado alrededor de la idea del cuerpo como el causante de la tentación, el amor también ha servido para calmar esa utopía del cuerpo. El amor pasional que se hace tan cercano a la ilusión del espejo y de la amenaza de la muerte, logra que el hombre vuelva a retomar su demencia voluntaria dejándose llevar por sus deseos. "Y si a pesar de estas dos figuras peligrosas que lo rodean, nos gusta tanto hacer el amor, es porque en el amor el cuerpo está aquí". Foucault.
Lo dicho hasta aquí supone que el hombre, aunque ha privilegiado sus creencias, sigue teniendo ese conflicto con su naturaleza humana del deseo carnal. En la literatura por ejemplo, vemos reflejada esa dicotomía entre las apetencias de la carne y la divinidad del alma. El filósofo y escritor conocido por su título de Marqués de Sade, nos plantea una filosofía de libertad extrema, que no se deja llevar ni por la ética, la religión o las leyes. En su relato Dialogo entre un sacerdote y moribundo, se hace un contraste de estas dos partes. En primer lugar, un sacerdote convencido de que su dios misericordioso le permitirá al moribundo obtener el cielo si se arrepiente de los desórdenes de su debilidad:
Pues bien, aprovechad estos gozosos remordimientos para obtener del cielo, en el breve intervalo que os queda, la absolución general de vuestras culpas, y pensad que sólo mediante la mediación del santísimo sacramento de la penitencia seréis capaces de obtenerla de lo eterno. Sade
Por otra parte, se muestra al moribundo, quien dice arrepentirse. Sin embargo, lo que en primer momento parece ser un arrepentimiento espiritual por lo hecho en vida, es explicado por este. El Moribundo lamenta no haber reconocido desde siempre la omnipotencia del cuerpo y su naturaleza, de esta forma no hubiera llevado lo que considera una vida mediocre en la que se coartan estas facultades: “ Renuncia a la idea de otro mundo, no hay, pero no renuncies al placer de ser feliz y de hacerlo en éste”.Foucault .
Esta conversación tiene un desenlace inesperado, el sacerdote no logra persuadir con sus promesas de una vida eterna al moribundo, y este decide pasar sus últimos momentos deleitando su cuerpo con los placeres del amor: Mi fin se acerca, seis mujeres más bellas que el día están en este gabinete vecino, las reservaba para este momento, toma tu parte, procura olvidar en sus pechos a mi ejemplo todos los vanos sofismas de la superstición, y todos los tontos errores de la hipocresía. Parece ser que, en este caso, las promesas e ilusiones que dan la religión se ven opacadas por lo que se puede sentir en el ahora. El sacerdote por su parte al no poder explicar su teoría de la naturaleza corrupta, cae en esa tentación de la que tanto renegó y por la cual termina siendo un hombre corrompido en los brazos de una mujer.
En conclusión, se puede afirmar que el mensaje de miedo que ha compartido la religión, en este caso la fe católica, ha logrado que sus creyentes vean en su propio cuerpo quizá un enemigo que puede alejarlos de esa perfección que deben buscar a lo largo de su vida. Para la religión entonces, el ser humano debe sacrificar ese deseo carnal dado por naturaleza en virtud de lograr los beneficios ilusorios de una vida eterna. Todo esto, debido a que los sufrimientos y vivencias del mundo material, hacen que la humanidad busque siempre un porqué a todas las situaciones que experimenta.
Por lo anterior, ha preferido tener una vía de escape ilusoria, antes de aceptar su naturaleza mortal. Lo cual, ha conllevado a que desprecie su propia sexualidad y la conciba como un tabú. Sin embargo, esos mismos deseos sexuales están tan ligados a la naturaleza del ser, que se convierte realmente en un sacrificio desligarse de ella. Así como para el sacerdote, se hizo imposible caer en tentación, diariamente el hombre en su afán de escapar de sí mismo, termina dejándose llevar por sus pasiones. Por lo que diariamente vive en un círculo vicioso que lo lleva a debatirse entre su ser y la culpa. Lo cual lo lleva a devanearse siempre entre las ideas del cuerpo y su sexualidad impuestas por su fe y su naturaleza humana.
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