io vivo per lui
- la escribidora
- 15 mar 2021
- 1 Min. de lectura

El sol de la mañana (1952)- Edwar Hopper
Pasaban tormentas y no se apaciguaban sus aguas,
sus venas
un turbulento mar de lamentos.
A sus quereres culpaba,
mártir de ajenos se declaraba,
en su propio sayón se ha convertido.
sus pensamientos la devoraban.
En la aurora un ánima la acompaña.
Al crepúsculo se convierte sombra,
perseguidora de cuerpos vacios
que no duerme,
que no descansa.
En la punta de sus pies desiste,
en el bordillo de la desilusión abdica.
Un susurro estruendoso le llamaba y
condenada como eco a repetir
las suplicas en oración
no cesaban,
el mundo se le desdibujaba
y cuando,
viviendo muerta
intentaba morir,
Una partícula ínfima del universo se manifestaba,
En un abrazo del cielo le salvaba,
El último momento se aletargaba.
Aquel Dios al que reconocía
al que tanto reparaba,
con la justa palabra le ayudaría
todo es justo en su momento,
todo momento es justo,
ahora es un justo momento,
para justamente darte gracias,
porque me desvivo por vivir
y ahora realmente vivo
contigo mi señor,
mientras muero.
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