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La congoja de nacer en Latinoamérica

  • la escribidora
  • 12 may 2021
  • 7 Min. de lectura

Manifestación (1934). Antonio Berni



Edén de selvas, de pampas, de montañas,

donde florece cual rosa la riqueza,


donde se siente alegría en las mañanas

y en las tardes la penumbra de tristeza

Héctor José Corredor Cuervo





Dolor, una palabra que se define como el sentimiento de pena y congoja. Y, quizá este sea el mejor apelativo para describir el impulso que llevó a las gentes de Latinoamérica a buscar por todos los medios su liberación. Al hablar de búsqueda de libertad, no solo me refiero al sublevamiento en armas que se pensara desde que llegaron los colonos a estas tierras, también aludo al levantamiento artístico de los pinceles, de las guitarras y de las plumas, que se hiciera con el fin de hacer vocería de las masas oprimidas, contar sus formas de vida, sus costumbres y cultura, sus dolores. El arte se une entonces al clamor del pueblo y por supuesto, la literatura en Latinoamérica se gesta por el interés en aquel sentir de las naciones, en su vida y en el oscuro sentido de la realidad que les agobiaba y que aún renueva sus técnicas para seguir mortificándonos.



Si bien, en un inicio, a través de la literatura se narraba cómo procedía la conquista de los pueblos indígenas por parte de los colonos, a medida que pasa el tiempo, no solo se usa este medio como la encarnación de estas masacres, si no que se pretende escribir con la intención de recuperar los derechos perdidos a manos de las tiranías. Viezzer, menciona en su libro sobre el testimonio de Domitila, una mujer trabajadora en las minas de Bolivia que: “Algunos tenemos que sufrir, hacer este papel de mártir, otros tienen que escribir aquella historia. Y así tenemos que colaborar todos”. Entonces, la literatura toma un puesto relevante en la construcción histórica de las luchas latinoamericanas, deja de tener solo un papel testimonial, y se convierte en la voz que llama a la conciencia social.



Sobre esto, menciona Cornejo, que el mundo latinoamericano se ha visto plagado de una violencia y disgregación extrema, todo se mezcla con todo y se distinguen muchos contrastes cotidianamente. Pero también se imponen como materia de representación verbal, códigos que rompen con estas problemáticas. Sin embargo, lo que debería ser una fortaleza humana y social, el poder vivir en una todas las patrias, se convierte en realidad en una reiterada ejecución de injusticias y abusos que produce miserias insostenibles. Por lo tanto, se hace abruptamente necesario encontrar la forma de estetizar o literarizar una realidad realmente inhumana. Por tal motivo, al llevar al plano de las letras estas realidades se logra formar una identidad latinoamericana que se plasma desde sus orígenes indígenas.


Estas particularidades, que podemos ver reflejadas en la obra Los ríos profundos, escrita por el peruano, José María Arguedas, donde su personaje, Ernesto, expresa toda su herencia indígena para tomar valía: “Empecé a darme ánimos, a levantar mi coraje, dirigiéndome a la gran montaña, de la misma manera como los indios de mi aldea se encomendaban, antes de lanzarse en la plaza contra los toros bravos, enjalmados de cóndores”.(Arguedas, 2006, p.132). Este personaje encarna entonces el reflejo de las luchas que enfrentaron sus antepasados y que le dejaron la valentía como herencia.


Por otra parte, no solo el coraje de los pueblos indígenas queda como tradición de los antepasados en nuestras tierras. Así, como Ernesto dirigía su mirada a la naturaleza para confiarle sus hazañas, podemos encontrar que se plasma también en la escritura el habla de los pueblos, especialmente los considerados, analfabetas y que no tenían ninguna conciencia sobre la escritura. Todo con el fin de dar valor y conservar esa oralidad. Dicho en palabras de Cornejo, La decisión de escribir la voz común no tiene que verse sólo en términos de eficiencia artística o de pertinencia ideológica sino, de manera mucho más comprometedora, como signo mayor de una situación socio-cultural extremadamente conflictiva y contradictoria.



De tal manera que la literatura latinoamericana se convirtió no solo en un medio denunciatorio sino también la forma de reivindicar las raíces que conforman la heterogeneidad de la cual se construye Nuestra américa. Desde la posición de uno de los más destacados escritores latinoamericanos Juan Rulfo: “yo no quería era hablar como un libro escrito. Quería no hablar como se escribe, sino escribir como se habla”. Así lo hizo, y en Pedro Páramo, plasmó el léxico cotidiano usado en México: “Y de paso, para que hagas el mandado completo, dile que nos empreste un cernidor y una podadera; con lo crecidas que están las matas ya mero se nos meten en las trasijaderas.” (Rulfo,1955, p.16). De acuerdo con esto, se rompe la tradición estética. Para hacer así, uso de las lenguas vivas plagadas de la herencia indígena que en definitiva describen la riqueza cultural de nuestros pueblos y permiten perpetuarla a través del tiempo.


Otro punto importante, se da en que esta heterogeneidad, no solo se presenta en el lenguaje. La literatura latinoamericana, dio también un papel importante a la comparación dicotómica de esta parte del continente. Se planteó en las letras la necesidad de exponer el punto de vista no solo de los explotados; también se trataba de exponer el papel del explotador. Ejemplo de esta oposición, se da en la novela El señor presidente, del guatemalteco Miguel Ángel Asturias, en donde se muestra al personaje del presidente, la dictadura y la crueldad que ejerce sobre el pueblo. Un tirano que oprime al pueblo.



Ante este panorama, se exponen también en esta obra los estragos que generan las relaciones sociales opuestas. Uno de los aspectos más impactantes en la novela, es el trato inhumano que se denuncia: “—Señor, vengo a darle parte de ese animal que no aguantó los doscientos palos”. (Asturias, 1999, p.30). No se conformaba la dictadura con acabar con quienes consideraba sus enemigos, sino que les torturaba hasta la muerte. En este sentido, las palabras fueron el arma de los que no luchaban directamente en las revoluciones, su papel se limitaba a ser solamente el de los agobiados. En Cuba, por ejemplo, el cantante Carlos Puebla, usó su amada guitarra, y el don de la palabra, para decirle a los tiranos:


Aquí pensaban seguir

Tragando y tragando tierra

Sin sospechar que en la Sierra

Se alumbraba el porvenir


Un canto salido de la indignación que llevó al pueblo a alzarse en armas y decir “basta” a la dictadura que estaba acabando con su pueblo. Y es ahí donde un individuo, a través del arte, presenta su testimonio de vida para convertirlo en arte.


Es pues entonces un momento de cambio que marca no solo a Cuba sino a todas las naciones de Latinoamérica. Por lo cual, empieza a surgir a mediados del siglo XX, uno de los movimientos literarios más reconocidos de América Latina: el Realismo mágico. En este, las historias reales, se mezclan con elementos fantásticos que pretenden mostrar lo misterioso como algo cotidiano. Estos elementos misteriosos, realmente son la adaptación del misticismo de nuestras tierras, donde ocurren muchas cosas que a veces no tienen explicación. Así lo considera el escritor mexicano, Juan Rulfo quien, en entrevista con el canal RCTV menciona:


(…) El ideal no es reflejar la realidad tal como es, sobre todo la realidad actual la estamos viviendo, la estamos leyendo en la prensa, la estamos viendo por la televisión, estamos viviendo nuestro mundo actualmente en el día a día, entonces no podemos repetir lo que se está diciendo. Creo en eso, como decía Arguedas de que al escritor hay que dejarle el mundo de los sueños ya que no puede tomar el mundo de la realidad. (Canal RTVE, 1977, 22m 05s)





De este modo, Rulfo al escribir Pedro Páramo, plasma todas las historias de su natal México, como el reflejo de su lenguaje, sus riquezas naturales, sus tradiciones y creencias. Esto, valiéndose de una trama maravillosa donde se pierde la conexión entre tiempo y espacio y donde los muertos son quienes le narran los hechos que llevaron a la decadencia del pueblo de Comala. Estos elementos fantásticos hacen que esta novela de Juan Rulfo sea considerada una de las más influyentes para la literatura latinoamericana.


Por supuesto, en este recorrido literario, no podemos dejar pasar al colombiano Gabriel García Márquez. Uno de los más reconocidos exponentes del realismo mágico. Su obra más destacada, Cien Años de Soledad, expuso la realidad de Colombia a través de elementos fantásticos, personajes que ascendían al cielo, bebés con cola de cerdo y las hazañas de una familia que estaba viviendo una historia ya escrita con antelación. De este modo, García Márquez mostró al mundo la singularidad de la cultura latinoamericana.


A demás, en Cien años de soledad se plantean todas las cuestiones que afligen a toda una sociedad. Sus personajes principales, opuestos en todo sentido, reflejan la ambivalencia de una familia que se mueve entre lo conservador y lo revolucionario, entre la autoridad matriarcal de Úrsula y la rebeldía de José Arcadio.

Por otra parte, en la novela se cumple también con la función de denuncia de la literatura. Hechos como la guerra entre liberarles y conservadores:


Los liberales, le decía, eran masones; gente de mala índole, partidaria de ahorcar a los curas, de implantar el matrimonio civil y el divorcio, de reconocer iguales derechos a los hijos naturales que a los legítimos, y de despedazar al país en un sistema federal que despojara de poderes a la autoridad suprema. Los conservadores, en cambio, que habían recibido el poder directamente de Dios, propugnaban por la estabilidad del orden público y la moral familiar. (García, 2007, p.77).


La literatura latinoamericana es pues, desde sus inicios la representación y el reencuentro con nuestra identidad, las tradiciones, las raíces, la política, la heterogeneidad de nuestra cultura que nos hace únicos, nuestras riquezas, y, en ultimas, plasma lo que ha sido el drama que hemos vivido a través de la historia. Lo cual permite, reconocernos y entender nuestros orígenes. Además, nos da la posibilidad de tomar esa congoja de la que hablábamos y usarla como impulso. El mismo impulso que tuvieron todos estos personajes que no enseñaron a convertir el dolor en arte, en música, en poesía. Para de esta forma, ser dignos representantes de nuestra tierra, que lleva como bandera las luchas sociales y culturares que iniciaron nuestros compatriotas de la gran Latinoamérica y que hoy nos dan fortaleza para seguir en la lucha, tratando de recuperar lo que unos pocos nos arrancaron. “Nos quitaron todo, que hasta nos quitaron el miedo”.



Referencias Bibliográficas



Arguedas, J (2006) Los Ríos Profundos. Fundación Editorial el perro y la rana. Caracas-Venezuela.

Asturias, M. (1999) El señor presidente. Publicado en Unidad Editorial, por acuerdo de Bibliotext S.L.

Cornejo-Polar, A. (2003). Escribir en el aire. Ensayos sobre la heterogeneidad sociocultural en las literaturas Andinas. Publicado en CELACP. Latinoamericana Editores. Lima: Perú.

García, G. (2007) Cien años de soledad. Real Academia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española, 2007

Editor digital: Horus

Rulfo, J (1955). Pedro Páramo. Publicado en Freeditorial: freeditorial.com/es

 
 
 

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