La soledad en la que dejamos a Cien años de soledad
- la escribidora
- 5 feb 2021
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Ilustración para edición conmemorativa de Cien años de soledad, Luisa Rivera, ilustradora.
En última instancia la literatura no es más que carpintería.
Con ambas trabajas con la realidad,
un material tan duro como la madera
Gabriel García Márquez
Mencionar el nombre de Gabriel García Márquez, es prácticamente hacer magia. En la cultura colombiana y latinoamericana, se ha convertido en un referente icónico, que inmediatamente se menciona, viene como por encantamiento a nuestra mente esa imagen de Macondo, de sus habitantes, y de sus historias llenas de encanto, que en definitiva reflejan la realidad de principios del siglo XX. En la literatura latinoamericana, Cien años de soledad se ha considerado la obra más importante de la época, en especial, porque su impacto cultural sobre pasó fronteras hasta convertirse en el motivo de estudios literarios e históricos en todo el mundo.
La obra se gesta en torno a la vida de la familia Buendía, constituida primeramente por José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, quienes se convierten en fundadores de Macondo, tras huir de un pasado que lo atormenta. Esta tierra se convertiría en el lugar donde transcurre la vida de seis generaciones Buendía. En este vallenato de 300 páginas, como su mismo autor le catalogara, se plasman las vivencias de su propia tierra, tradiciones y costumbres de su natal Aracataca, las creencias que tenían sus abuelos y la forma en la que se vivía la realidad dura de aquellos tiempos. Sin embargo, lo que inició siendo el reflejo de la sociedad colombiana, terminó convirtiéndose en un emblema de Latinoamérica. Cien años de soledad, ha permitido tener una identidad más clara de lo que lo somos los habitantes de esta tierra. Por lo cual, se puede decir que cien años de soledad, logró ser el núcleo de lo que hoy conocemos como realismo mágico, movimiento literario conocido por mostrar lo peculiar e irreal como algo cotidiano.
A García Márquez todos le llamamos Gabo, apodo que nos hace sentir más cercanos de este compatriota ilustre orgullo colombiano. Su narrativa en Cien años de soledad nos dejó no solo ver la realidad de Colombia y de Latinoamérica, sino que, mostró al mundo esa singularidad de una sociedad totalmente heterogénea plagada de costumbres exóticas. Todo esto a través de la mezcla de elementos ficcionales y reales, que han inspirado a muchos. Los primeros personajes de la obra: José Arcadio y Úrsula, son la muestra de la ambivalencia de nuestra gente. En Úrsula encontramos ese ser conservador y autoritario, preocupado por la formación de su familia y que a la vez vivía mortificada con la idea de tener un hijo con cola de cerdo, esto porque los dos eran primos, y la creencia popular rezaba que se enfrentaban a esta maldición por su consumar su amor “prohibido”.
Por otra parte, en la obra, el carácter fuerte y matrialcal de Úrsula se enfrentaba a un José Arcadio soñador, apasionado por la ciencia que lo lleva a la locura, tras muchos intentos de encontrar la piedra filosofal. Sus ideas innovadoras hacían enloquecer a su mujer. Un día descubrió que la tierra era redonda y se lo dio a conocer a su familia y “Úrsula perdió la paciencia. «Si has de volverte loco, vuélvete tú solo», gritó. «Pero no trates de inculcar a los niños tus ideas de gitano»”. Realidades como esta se mezclan con una tierra llena de misterios, donde puede llover durante cuatro años, ocurrir una ascensión al cielo. Pero también se vive la cruda realidad de la guerra entre liberales y conservadores que tanto marcó a Colombia.
“Los liberales estaban decididos a lanzarse a la guerra. Como Aureliano tenía en esa época nociones muy confusas sobre las diferencias entre conservadores y liberales, su suegro le daba lecciones esquemáticas. Los liberales, le decía, eran masones; gente de mala índole, partidaria de ahorcar a los curas, de implantar el matrimonio civil y el divorcio, de reconocer iguales derechos a los hijos naturales que a los legítimos, y de despedazar al país en un sistema federal que despojara de poderes a la autoridad suprema. Los conservadores, en cambio, que habían recibido el poder directamente de Dios, propugnaban por la estabilidad del orden público y la moral familiar”.
De esta forma, Cien años de soledad ya no solo es una historia familiar cargada de creencias y fantasías. También, se convierte en una obra denunciatoria, que nos permite conocer la faceta como periodista de Gabo y su interés por los problemas sociales del país que generaron una ola de violencia que marcó la historia. Uno de los hechos que más se conoce y que más ha generado controversia es el conocido como la masacre de las bananeras. La denuncia sobre las muertes acaecidas en esta matanza ha marcado también a Cien años de soledad, algunos, incluso en la actualidad niegan la veracidad de este suceso, tal cual como sucedió en macondo:
“La versión oficial, mil veces repetida y machacada en todo el país por cuanto medio de divulgación encontró el gobierno a su alcance, terminó por imponerse: no hubo muertos, los trabajadores satisfechos habían vuelto con sus familias, y la compañía bananera suspendía actividades mientras pasaba la lluvia”.
Entonces, encontramos nuevamente que la obra no solo es una novela magnifica en cuanto a su narrativa, sino que es todo un libro de historia que nos muestra a través de sus elementos mágicos sucesos que conmocionaron a nuestro país.
Curiosamente de inicio a fin, Cien años de soledad teje cuidadosamente los hilos de una historia que no solo cuenta realidades históricas importantes. También, es la semblanza de seres condenados a soledad, durante cien años. Sin embargo, parece que esa soledad de los personajes es la misma soledad que persigue a la obra en la actualidad. A pesar de su renombre y de hacer parte de los planes lectores educativos del país, el tratamiento que se le da a la obra es un tanto superficial. En las aulas de clases se aborda la historia de la creación de la novela, el movimiento literario que se le adjudica, el nobel de Gabo, el orgullo que representa para nuestro país.
Sin embargo, se dejan de lado aspectos anteriormente mencionados como el carácter de denuncia de la obra, la historia que narra sobre la guerra bipartidista, las tradiciones y costumbres de nuestra tierra, etc. De esta forma, la obra se queda sola, carente de quien le acompañe en su recorrido histórico y cultural, y se queda meramente en una novela que nos ha dado reconocimiento y no identidad, como la tierra macondiana que somos. Incluso, se tiene la creencia de ser una obra densa, y difícil de llevar a los estudiantes. Por lo cual, se resume y se pasa por encima. Por lo que representa cien años de soledad para la construcción de nuestra identidad latinoamericana, la historia y la política, es necesario leerla y analizarla en las clases. Esto con el fin de lograr que los estudiantes desarrollen la capacidad de crítica sobre los acontecimientos de su país, tengan conocimiento sobre las tradiciones y costumbres de su tierra. Todo un reto para los educadores y la mejor forma de darle tributo al escritor, periodista y colombiano que tanto orgullo nos ha dado.
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