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Latinoamérica: El árbol de múltiples raíces

  • la escribidora
  • 24 ene 2021
  • 5 Min. de lectura

Xul Solar, Drago, 1927 acuarela sobre papel




Al mencionar a Latinoamérica, se nos viene a nuestro imaginario, no solamente el lugar geográfico al que se refiere, sino también lo relacionamos directamente con su variedad. Una tierra que se destaca por sus distintos climas, culturas, tradiciones, razas y credos entre otras cosas. La literatura latinoamericana por su parte es una de las muestras de esta gran diversidad. Desde el periodo de la conquista española, el pueblo latinoamericano ha pasado por diferentes momentos históricos que han dado origen a varias corrientes literarias. Las obras literarias desde siempre han buscado, bien sea de manera oral o escrita, reivindicar la cultura y la identidad de los pueblos de Latinoamérica. Sin embargo, también nos ha costado trabajo aceptar que esa identidad ha germinado a partir de múltiples raíces.



Como menciona Cornejo (…) “nos sentimos en falta, ante el mundo y ante nosotros mismos, al descubrir que carecemos de una identidad clara y distinta”. Sin embargo, esa heterogeneidad caracteriza a Latinoamérica desde las mezclas de etnias, lenguas y costumbres las cuales no podemos ocultar. Aunque, como menciona Cornejo, “no deja de ser curioso, y ciertamente incomodo, que se entrecruce tan a destiempo una experiencia que viene de siglos, que tiene su origen en la opresión colonizadora y que lenta, lentísimamente, la hemos venido procesando hasta dar con la imagen de un sujeto que no le tema a su pluralidad multivalente, que se entrecruce”. En este caso, la literatura juega un papel preponderante en la compresión de esa identidad diversa y cómo ha sido el transcurrir del tiempo en estas tierras.

En el siglo XX, la aurora chilena Gabriela Mistral, nos lleva a volver la mirada a lo que fueran nuestras raíces:



Sol de los Incas, sol de los Mayas,

maduro sol americano,

sol en que mayas y quichés

reconocieron y adoraron,

y en el que viejos aimaraes

como el ámbar fueron quemados.


En este fragmento del poema Sol del trópico, se le da el papel principal al sol, que en la cultura latinoamericana posee una connotación religiosa, o más bien, relacionada con el misticismo. Nos hace retomar esas raíces precolombinas en donde se expone el paisaje mexicano y las barbaries que acontecieron las tierras donde habitaron los mayas. Volviendo de esta manera la mirada al indigenismo, para tratar de reivindicar la imagen del indio y su importancia en la historia y la cultura de América.



De igual forma lo hace la novela indigenista Los ríos profundos de José María Arguedas, que nos da una mirada más cercana a esta cultura indígena y pretende darle un nuevo valor al papel que desempeñó el indio en esa heterogeneidad identitaria. De esta forma, Ernesto, personaje principal de la obra, defiende sus raíces con la intención de darle valor a quienes le formaron: “Me criaron los indios; otros, más hombres que estos, que los “colonos”.

Por otra parte, la literatura latinoamericana se caracteriza por reflejar el paisaje de los pueblos. Gabriela Mistral nos ofrece múltiples miradas a la diversidad de la naturaleza latinoamericana:



En el valle de Río Blanco,

en donde nace el Aconcagua,

llegué a beber, salté a beber

en el fuete (1) de una cascada,

que caía crinada y dura

y se rompía yerta y blanca.


El anterior fragmento nos dota de imágenes sobre el paisaje natural del Aconcagua en Argentina. De igual forma lo hace Juan Rulfo en una de sus obras emblemáticas Pedro Páramo, quien nos remite a paisajes y costumbres mexicanas de principios del siglo XX: “Pensaba en ti, Susana. En las lomas verdes. Cuando volábamos papalotes en la época del aire. Oíamos allá abajo el rumor viviente del pueblo mientras estábamos encima de él, arriba de la loma, en tanto se nos iba el hilo de cáñamo arrastrado por el viento”



De esta forma, Rulfo se refiere al mes de agosto, cuando los vientos se tornan más fuertes y permiten volar papalotes con facilidad, actividad que se realiza en México y en otros países de Latinoamérica como una tradición. En Pedro Páramo nos encontramos, además, con que el pueblo es el protagonista y la remembranza de lo que fue se une con la crueldad de un personaje violento que determinó el destino y la destrucción del pueblo: “Y sin embargo, padre, dicen que las tierras de Comala son buenas. Es lástima que estén en manos de un solo hombre”. Esto describe la realidad del momento, en donde el destino de los pueblos estaba en manos de pocos.



Lo anterior permitió que la literatura hiciera una denuncia social. En muchos casos daba la oportunidad a los hispanoamericanos de narrar la cruda realidad de sus vivencias y lo que era la tragedia de vivir. Por ejemplo, en la obra El señor presidente de Miguel Ángel Asturias, se expone una clara denuncia a las injusticias que sucedieron durante la dictadura en Guatemala a comienzos del siglo XX y los estragos que esta dejó en la sociedad.




En la novela se narra la crueldad del señor presidente y el desprecio de este por las clases menos favorecidas: “—Señor, vengo a darle parte de ese animal que no aguantó los doscientos palos”. En este pasaje se ve como a quienes se consideraban enemigos o inferiores para el presidente se les nombraba y trataba como animales llevándolos hasta la muerte. Lo cual no solo se hace con el fin de narrar lo que acontece, sino con el ánimo de rebelarse ante estas injusticias, siempre a través de lo artístico.



Otro aspecto para resaltar de la literatura de Latinoamérica es el valor que se le presta a la oralidad. Para los autores, también es importante rescatar los lenguajes populares. Se escribe como se habla: “Doctor: aganos el fabor de consolar a su mujer, ahora que el hombre de la mulita pasó a mejor bida. Consejo de unos amigos y amigas que le quieren.” En El señor presidente. De esta forma, se logra retomar el valor de la oralidad y puntualizar a qué pueblo se pertenece y la diversidad, que como se mencionaba anteriormente, nos caracteriza y nos une. En un acto que puede ser de rebeldía literaria, al escribir como se habla, se demuestra que, las diferencias y variaciones de la lengua y el lenguaje nos unen y nos identifican como latinoamericanos.



Sin embargo, aunque el lenguaje unía a los territorios, en esta época cada región se vio movida por sus propios intereses y conflictos. Incluso, la lucha por el territorio en diferentes países hacía que se diera un distanciamiento entre las regiones. Por ende, la literatura se convirtió también el medio por el cual se invitaba a la unión de los pueblos latinoamericanos en la lucha contra la presión que se seguía ejerciendo en nuestra América.

Finalmente, se puede decir que, entre los intereses comunes continentales de la creación artística, se encuentran la necesidad de llamar la atención sobre las consecuencias que traerían las realidades sociales y políticas de la época. Ejemplo de este, los regímenes dictatoriales que se presentaban con más frecuencia en los países de Latinoamérica. En este sentido, se puede decir la literatura latinoamericana del siglo XX tomó la realidad y quiso transformarla a través del arte, llevándonos a replantearnos muchos aspectos desde nuestros orígenes hasta lo que hoy conocemos como Latinoamérica.







Referencias bibliográficas



Arguedas, J (2006) Los Ríos Profundos. Fundación Editorial el perro y la rana. Caracas-Venezuela.

Asturias, M. (1999) El señor presidente. Publicado en Unidad Editorial, por acuerdo de Bibliotext S.L.

Cornejo-Polar, A. (2003). Escribir en el aire. Ensayos sobre la heterogeneidad sociocultural en las literaturas Andinas. Publicado en CELACP. Latinoamericana Editores. Lima: Perú.

Mistral, G. (1938) Tala. Editorial Losada

Rulfo, J (1955). Pedro Páramo. Publicado en Freeditorial: freeditorial.com/es


 
 
 

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